domingo, 2 de septiembre de 2018

Aves endémicas de La Española

¡Hola! En esta ocasión hemos decidido presentarles algunos datos sobre las aves endémicas de nuestra isla.

Pero antes, es necesario que conozcan qué es una especie endémica. Esta es un ser vivo, ya sea flora o fauna, que se encuentra ubicada en una zona determinada y no puede desarrollarse en otras debido a ciertas barreras naturales.

Nuestra isla es rica en este tipo de especies, por lo que en este espacio conoceremos las aves que forman parte de la misma.



Barrancolí (Todus subulatus)


Este pequeño pajarito también conocido como Colibrí, es muy llamativo por su color verde brillante, garganta roja, pecho blanquecino, lados rosa y porte regordete. Su color se confunde tan bien con la vegetación, que si no está haciendo algún sonido, es casi imposible verle a menos que se mueva.

Cuba, Jamaica y Puerto Rico tienen su propia especie, pero sólo La Española fue premiada con dos: el barrancolí y el chicuí.

Este se encuentra generalmente en bosques de pino y campos abiertos con malezas en las montañas del centro de La Española, a ambos lados de la frontera dominico-haitiana, entre 500- 3,000 metros de elevación. 







Carpintero de La Española (Melanerpes Striatus)


Es un ave elegante y colorida, de carácter vivaz y social. Tiene el dorso cebrado con rayas negras y amarillas, su vientre es olivo-cremoso y su frente y cara son de color grisáceo contrastando con el brillante rojo de su nuca. La coronilla del macho adulto del carpintero está adornada de rojo vivo, mientras que la hembra mantiene una coronilla negra.

Su erguida silueta apoyada de troncos y ramas y distintivo vuelo ondulado pueden observarse en casi todos los ambientes de la isla, desde pastos con esparcidas palmas a densos bosques de montaña. Al igual que otros pájaros carpinteros del mundo, éste se destaca por su fuerte pico alargado, diseñado para taladrar y agujerear troncos de árboles y palmas en su diligente búsqueda de insectos y larvas, ayudando así al control de plagas.

En su diligente labor de crear cavidades para su anidamiento en troncos, provee la disponibilidad de huecos para el nido de una gama de especies de aves, como la cotorra y el trogón de La Española, y como refugio de algunos reptiles, como la boa de la Española.

Aunque la cacería del carpintero fue prohibida, los campesinos continúan el control de esta especie al colocar espantapájaros, objetos brillantes y paños rojos en sus fincas, y hasta utilizan bazucas o fuegos artificiales caseros para “espantar” al carpintero.



Canario (Spinus dominicensis)


Aunque tiene sólo 11 centímetro de longitud, esta diminuta ave tiene “mucha personalidad.” 

Su nombre de canario en República Dominicana posiblemente se originó por su parecido con el canario silvestre (Serinus canaria), endémico de las islas Canarias, Azores y Madeira. 
Es la única especie de su género en el Caribe. El plumaje del macho y la hembra de esta especie son muy diferentes. El macho es amarillo brillante con verde olivo en el dorso, una capucha negra y una cola negra con dos manchas amarillas, mientras que la hembra es amarillo pálido con dorso verde-oliva, estrías gris pálido en el vientre y dos franjas amarillas en las alas.






Cigüa Canaria (Icterus dominicensis)



Al igual que otros turpiales, el plumaje de la cigüa canaria es de color negro lustroso con brillantes manchas amarillas en las alas, rabadilla y debajo de la cola. Los juveniles, en cambio, son de color amarillo oliváceo con alas oscuras y garganta negra o rojo oscuro.
La cigüa canaria puede encontrarse desde la costa hasta los 1,100 metros de altura en zonas donde hay palmas, incluyendo bosques húmedos y cafetales.
Sus nidos han sido descritos como “una obra de arte.” Al igual que otros turpiales, esta especie teje diestramente su nido en forma de canasto que a menudo cuelga de una palma o bananero.



Cigüa Palmera (Dulus dominicus)



A pesar de no tener colores brillantes, ni un canto bonito que llame la atención, la cigüa palmera es una de nuestras aves más carismáticas, siendo incluso considerada el Ave Nacional de República Dominicana a partir de 1987.

Comen frutas, flores, y ocasionalmente insectos, con lo que ayudan a mantener el bosque, polinizar y controlar plagas. Constantemente, las cigüas palmeras emiten una variedad de sonidos, especialmente cerca del nido, descritos como “un llamado compuesto por una serie de notas tipo silbido, extrañas y unidas.”

Vive en grupos y se ve con más frecuencia volando entre los topes de los árboles, cargando ramas y palitos (a veces mucho más largos que ella) para construir y reparar su gran nido compartido entre varias parejas de hasta 2 metros de ancho.





Cigüita Aliblanca (Xenoligea montana)


Es un ave pequeña pero robusta, con una cola larga y pico fuerte, características que la hacen lucir algo “aberrante” al compararla con las cigüitas típicas (familia Parulidae). Por encima es verde olivo y negra y el borde de sus alas es blanco y distintivo, explicando su nombre común. Por debajo es blanca, mientras que la cabeza, nuca, y flancos, son grises. Un anillo blanco incompleto rodea al ojo y tiene además una manchita negra entre el pico y el ojo, con una línea blanca por encima.

Vive en las altas montañas, principalmente en bosques húmedos, donde se alimenta de insectos y semillas que procura desde el suelo hasta las ramas más altas. Suele andar en parejas o en bandadas mixtas.

La cigüita aliblanca ha sido considerada por algunos expertos como una de las aves endémicas más amenazadas de La Española.






Cigüita Coliverde (Microligea palustris)


Es un ave pequeña, ligera y muy activa, que hace frecuentes saltitos, movimientos de alas y cola, girando la cabeza de un lado a otro. La cabeza, nuca y garganta son grises; el resto de su dorso es verde-olivo.

A diferencia de muchas de las especies de esa familia, la cigüita coliverde es mayormente insectívora en lugar de frugívora.

Actualmente, la cigüita coliverde no se encuentra en las Listas de especies amenazadas de la UICN ni de la República Dominicana.





Chicuí (Todus angustirostris)


Aunque se parece mucho, el chicuí puede distinguirse del barrancolí por ser un poco más pequeño, tener el pico más estrecho y largo, los ojos azules y la punta inferior del pico negra. También, el vientre del chicuí es más blanco, tiene gris en los costados (además del color rosa del barrancolí) y sus colores en general son más brillantes. 

Sin embargo, el canto es la mejor forma de distinguir a estos dos todis: haciendo honor a su nombre, el chicuí canta “chi-cuí” incesantemente. Otra diferencia es que el chicuí puede vivir a mayor altura que el barrancolí, alcanzando elevaciones de hasta 3,000 metros.

El chicuí prefiere los bosques húmedos con vegetación espesa y mucha cobertura de musgos, líquenes, orquídeas, guajaca (barba de viejo), helechos y tibisí, aunque también puede ocupar pinares y cafetales de sombra en altura (entre 900 y 2,400 metros).




Chirrí de Bahoruco (Calyptophilus tertius)


El chirrí de Bahoruco es otra de las aves de alta montaña de La Española, considerada por algunos como una de las especies más amenazadas de la isla. Su dependencia casi exclusiva de los bosques húmedos de alta montaña de La Española, uno de los hábitats más amenazados de la isla, la hacen muy susceptible a desaparecer.

Es un ave con cola larga y erguida como un ruiseñor, pero de color marrón encima y mayormente blanco debajo. El doblar del ala tiene un poco de amarillo y en muchos individuos puede verse una manchita amarilla frente al ojo cuando se estresa o está actuando agresivamente.

Los materiales de construcción de nido consisten en palitos, tallos verdes, hojas latifoliadas, zarcillos de bejucos o lianas, musgos y líquenes. Sus huevos son azul claro con pintas marrones.




Chirrí de la Cordillera Central (Calyptophilus frigivorus)


El chirrí de la Cordillera Central es muy parecido a su especie hermana, el chirrí de Bahoruco (Calyptophilus tertius). Ambos son de color marrón por encima y mayormente blanco debajo, tienen un matiz amarillo en el doblar del ala y una distintiva manchita amarilla frente al ojo que puede verse cuando el ave está estresada o actuando con agresividad. 

Sin embargo, el chirrí de la Cordillera Central se diferencia de su pariente por ser más pequeño, tener un anillo amarillo interrumpido alrededor del ojo así como una coloración más intensa en sentido general. 

A pesar de que su nombre científico sugiere una dieta de frutas (C. frugivorus), el chirrí de la Cordillera Central se alimenta mayormente de invertebrados tales como ciempiés, mariposas, hormigas, arañas y algunas semillas.




Cotorra de La Española (Amazona ventralis)


Con su plumaje verde brillante adornado de colores primarios y sus alegres sonidos, nuestra cotorra es una de las aves más llamativas de la isla.Como otras cotorras, es rechoncha, de cabeza grande y pico muy grueso, pero su frente blanca y vientre rojizo la distinguen de las demás. Vuelan en bulliciosas bandadas, mostrando sus plumas primarias y secundarias azules mientras lanzan sus llamados de cornetas.

Nuestra cotorra es, sin lugar a dudas, el ave favorita de los dominicanos, quienes a menudo la tienen como mascota, llamándola cariñosamente “cuca” y considerándola casi como a un miembro de la familia.

Su belleza, capacidad de imitar el habla humana, reconocer personas, vivir largas vidas y mostrar afecto, le han ganado un lugar especial en muchos hogares, sea enjauladas o con plumas cortadas.





Cúa (Coccyzus rufigularis)




Con casi medio metro de longitud, la cúa es el más grande de los tres pájaros bobos de La Española. Al igual que los otros bobos, este cuclillo tiene una impresionante cola de bandas negras y blancas tan larga como su cuerpo, pero se distingue por su garganta y pecho color canela en lugar de gris o beige como los otros dos, así como por su pico curvo. Sin embargo, su llamado es su característica más inconfundible.

A diferencia del pájaro bobo mayor, es extremadamente tímido y arisco ante los humanos. Observarle se dificulta aún más debido a que avanza muy rápido por los bosques, saltando de rama en rama, sobre todo en árboles altos y volando de aquí para allá.

Actualmente es un ave escasa y limitada a dos reducidas poblaciones en localidades separadas de la República Dominicana (al norte de la Sierra de Bahoruco y al noroeste de la Cordillera Central), cada una con un estimado de menos de 50 parejas.




Cuatro Ojos (Phaenicophilus palmarum)


El cuatro ojos se disputa el puesto de la endémica más común de la isla junto con el carpintero de La Española.

A pesar de ser tan común, el cuatro ojos no deja de merecer nuestra admiración cada vez que podemos darle un vistazo, ya que es verdaderamente un ave hermosa. Se trata de una tanagra robusta, de unos 18 centímetros y pico fuerte. Su parte superior va del amarillo al verde olivo; la nuca es gris y la cabeza, negro lustroso. Alrededor de los ojos tiene dos manchas blancas incluyendo una grande sobre el ojo que dan la apariencia de que el ave tiene cuatro ojos.

Se conoce que come semillas, insectos y frutas silvestres, así como lagartijas de vez en cuando.

Otro dato interesante es que al parecer tiene dotes de liderazgo: en bandadas mixtas estudiadas en pinares, el cuatro ojos es a menudo la especie “nuclear”, es decir, la que determina la formación y movimiento de estas bandadas según se desplazan buscando comida.



Cuervo de La Española (Corvus leucognaphalus)



El cuervo de La Española, con su medio metro de longitud, es la más grande de las cuatro especies de córvidos que existen en el Caribe. Es de color negro matizado de violeta, con un pico grande y llamativos ojos rojo-anaranjado. Tiene algunas plumas blancas cerca del cuello que sólo muestra durante exhibiciones de cortejo o estrés.

Al igual que otros cuervos de bosque, se alimenta mayormente de frutas y semillas, pero también puede consumir vertebrados e insectos. Forma grandes bandadas de forrajeo que a veces dejan el bosque para alimentarse de cultivos. Al igual que otras especies en su género, es un ave extremadamente social.





Gavilán de La Española (Buteo ridgwayi)



Nuestra isla alberga al halcón más amenazado del continente americano, el gavilán de La Española. 

Este regio gavilán, con sus elegantes alas marrón-grisáceo, parte inferior gris y muslos rojizos, ha sido víctima de las mismas supersticiones y creencias populares que las demás aves de su familia.

Nuestro pequeño gavilán es frecuentemente confundido con su contraparte de mayor tamaño, el guaraguao (Buteo jamaicensis). Su dieta es bien variada y consiste principalmente en lagartijas, anfibios, culebras, insectos y aves pequeñas. Su paciencia y agilidad a la hora de maniobrar en vuelo entre fincas y bosques le permite capturar ratones, aportando así al control de roedores que afectan a los cultivos agrícolas.




Golondrina Verde (Tachycineta euchrysea)



Estas admirables aves de alas largas se distinguen por su vuelo grácil y acrobático, así como su maravillosa agilidad, que les permite perseguir y capturar insectos voladores.

En La Española, la golondrina verde habita en las cordilleras del centro y sur de la República Dominicana y las cordilleras del sur de Haití sobre los 700 metros de elevación.

Diversas culturas de todo el mundo a través del tiempo han asociado a las aves de la familia de las golondrinas (Hirundidae) con la llegada de la primavera, la buena suerte y hasta a divinidades.

Actualmente, la golondrina verde de La Española se considera vulnerable a seguir el mismo destino, en parte debido a la destrucción y degradación de los bosques de montaña en toda la isla. Otra amenaza que sufren es la depredación de huevos y pichones de golondrina por parte de mamíferos introducidos, como las ratas y los hurones.




Lechuza Cara Ceniza (Tyto glaucops)


Como los otros miembros de la familia de los Tytonidos, esta ave tiene una cara con un disco facial acorazonado, un fuerte pico curvo, y una “cara de gato” con ojos grandes dirigidos al frente.

Tiene largas patas con fuertes garras y uñas afiladas. Como lo indica su nombre común, el rasgo más notable de nuestra lechuza es el color gris cenizo de su cara que hace contraste con el resto de su plumaje marrón rojizo, moteado con negro en el vientre. Sin duda, es una de las aves más majestuosas de la isla, y como algunas otras aves endémicas, depende de grietas y huecos en árboles o cuevas para hacer su nido.

Al caer la noche, las lechuzas utilizan su excelente visión nocturna, pero sobre todo sus oídos, posicionados ligeramente a distinta altura en el cráneo, para localizar a sus presas con letal precisión. Es muy posible que esta lechuza sea el ave cazadora más efectiva de nuestra isla.



Maroita (Contopus hispaniolensis)


La maroíta es una pequeña ave (16 centímetro de longitud) de color gris-olivo, un poco más oscuro en su cabeza y de color gris amarillento pálido o crema en su parte inferior. Su pico es relativamente largo y ancho, oscuro por encima y amarillento o naranja pálido debajo.

Es un placer verla en los bosques donde vive, pues es bastante mansa y deja que una persona se le acerque.

Aunque parece preferir las montañas y su pie de monte, la maroíta puede encontrarse en una gran variedad de hábitats que incluye pinares, bosques secos y latifoliados, matorrales, plantaciones de café de sombra, huertos y los alrededores de manglares, desde el nivel del mar hasta al menos 2,000 metros.



Pájaro Bobo Mayor (Coccyzus longirostris)



Este majestuoso cuclillo de casi medio metro es el más común de las cuatro especies de pájaros bobos presentes en La Española, además de uno de los más hermosos. Las plumas de su larga cola, que comprende más de la mitad de su esbelto cuerpo, forman contrastantes bandas alternas blancas y negras. Su dorso y pecho son grises, su garganta es blanquecina a anaranjada y sus alas son de color canela. Sus ojos son muy distintivos: están rodeados de un anillo donde la piel desnuda es roja brillante.

A pesar de su nombre, el pájaro bobo mayor no es nada tonto a la hora de cazar sus presas. Estas consisten mayormente en lagartos e insectos grandes, como cucarachas, saltamontes, grillos, orugas y chicharras.

Cuando le toca volar, lo hace con rápidos aletazos que terminan en planeo con sus plumas primarias abiertas.





Perdiz Coquito Blanco (Geotrygon leucometopia)



Son muy parecidas a las palomas o tórtolas en cuanto a forma y tamaño, pero a diferencia de esas grandes voladoras, anidan, se alimentan y viven casi toda su vida en el suelo de los tupidos bosques en que habitan.

Los lados de su cuello son violeta-rojizo o violeta y la mayor parte de su cuerpo es gris, más oscuro por encima, con un matiz de violeta metálico. Su vientre bajo y las plumas de debajo del ala son rojizas. El ojo es rojo, y las patas también son rojizas. Pero su marca más distintiva es la frente blanca inmaculada, la cual le da su nombre.

La perdiz coquito blanco vive en bosques húmedos de montaña de La Española que tienen mucha hojarasca y malezas en el suelo. Hasta ahora sólo se ha reportado para las principales cordilleras de República Dominicana (Sierra de Bahoruco, Sierra de Neiba y Cordillera Central), a elevaciones entre 700 y 1,700 metros. Se alimenta de semillas en el suelo, y puede verse andando en pareja o solitaria



Perico de La Española (Psittacara chloropterus)



Es de color verde brillante con un borde rojo a lo largo de la curva del ala, un anillo blanco alrededor del ojo y una cola aguzada (que lo distingue desde lejos de la cola cuadrada de la cotorra).

Otra particularidad muy notoria es que no aprenden a imitar el habla humana, lo que les ha hecho menos apetecidos como mascotas que sus parientes las cotorras.




Torico (Siphonorhis brewsteri)


Con apenas 20 centímetros de largo, el torico es la menor de las cinco especies de chotacabras que habitan en La Española.

Es de color marrón y gris, moteado con negro y canela. Tiene una franja blanca en la garganta, otra línea blanca del ojo hasta el pico y del pico hasta la franja de la garganta, formando una Z. La cola es estriada en blanco y negro. Aunque su boca es ancha, su pico es pequeño, y tiene en la base una serie de cerdas que se cree le ayudan a capturar o bien obtener información táctil sobre sus presas. Suele posarse quieto a lo largo de las ramas de arbustos o árboles bajos.

A diferencia de la mayoría de las aves endémicas, el hábitat preferido del torico son los bosques y matorrales secos o semi-secos. Se encuentra generalmente desde el nivel del mar hasta una altura de 300 metros. Es un ave totalmente nocturna, pero es más activa justo después del anochecer y antes del amanecer.




Zumbador Esmeralda (Chlorostilbon swainsonii)


Los colibríes se caracterizan por sus largos y delgados picos con lenguas tubulares especializadas para alimentarse del néctar de las flores. Tienen una relación estrecha con ciertas plantas, influenciando mutuamente su evolución, de modo que la forma y el tamaño del pico de algunos colibríes coinciden exactamente con flores específicas. Esto da ventajas a los zumbadores frente a insectos y otras aves que carecen de su equipamiento especializado, a la vez que la planta se beneficia porque al especializarse en menos especies, el ave le trae polen de una manera más confiable.

El zumbador esmeralda vive en los bosques húmedos de montaña, así como en regiones de carso en tierras bajas de La Española.

Tejen su singular nido con seda de telarañas, incorporando pedacitos de hojas, cortezas, plumitas, musgos y líquenes, formando un pequeño cuenco ajustado pero flexible. Curiosamente, en República Dominicana se utilizan los nidos de zumbadores para curar afecciones del oído.







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